La pornografía es el patrón sexual en el que se reflejan los adolescentes, que acceden a imágenes de sexo explícito cada vez más temprano a través del móvil e internet

LARA BONILLA Barcelona 06/05/2018 12:00

 

“Miro porno tres veces a la semana, desde el móvil o a través de las páginas de incógnito -por no dejar rastro- de Google”, dice un adolescente de 16 años que ha respondido, junto con otros jóvenes, a un cuestionario a petición de este diario. “Lo miro cada día, con el wifi”, responde otro adolescente de 15 años. “El porno me aporta experiencia e ideas para sorprender a la pareja”, añade otro de 17 años. A través del móvil, por WhatsApp o navegando por internet. No hace falta ir a buscar expresamente contenidos pornográficos, los adolescentes de ahora se ven expuestos a la pornografía a edades cada vez más jóvenes, y esta pornografía acaba siendo su principal fuente de educación sexual. “El porno está educando a los jóvenes en el sexo”, dice contundente la pedagoga y técnica de igualdad Silvia Valle. “No debería ser la única herramienta, pero lo es, porque si los jóvenes no reciben ninguna otra información el porno es lo que tienen más a mano”, añade. De hecho, el primer contacto de los jóvenes con la pornografía es alrededor de los diez años. “Se la encuentran por primera vez sin que nadie les haya hablado nunca”, asegura la sexóloga Elena Crespi, que defiende que los padres hablen de sexo y de pornografía con sus hijos: “Es mucho mejor que lo encuentren sabiendo qué es que no sin saberlo “.

 

Todos los chicos entrevistados reconocen que no hablan de estos temas con sus padres, y la mayoría echan de menos más educación sexual, un debate que se ha reabierto a raíz de la sentencia de la Manada. Cuando los jóvenes consumen pornografía no buscar calidad, sino que consumen el porno gratuito que encuentran en la red. “Y lo más popular”, añade esta sexóloga. Y este porno mainstream es el que reproduce estereotipos de género en el que la mujer es un simple objeto sexual para el disfrute del hombre. “En este porno la mujer no pinta nada, es sólo un cuerpo con agujeros para introducir cosas”, argumenta Crespi. La industria pornográfica está monopolizada por el porno machista. A excepción de las corrientes de porno feminista y ético, en el porno hegemónico se priorizan el placer y el deseo del hombre. “Estas películas están hechas por hombres y para hombres y nos han programado para adaptarnos al sexo masculino”, argumenta la terapeuta sexual Maite Domènech. El problema es que muchos jóvenes lo acaban adoptando como referente, alerta la psicóloga especializada en violencia machista Alba Alfageme, que da datos preocupantes: “Un 30% de los chicos jóvenes encuentran erótica la imagen de forzar una mujer y un 15% admiten que agredirían o violarían una mujer si esto no tuviera consecuencias legales “. Que esto sea excitante tiene que ver, según Alfageme, con la “cultura de la violación” que promueve la pornografía y que puede acabar normalizando agresiones sexuales como las de la Manada. “Para que el mensaje que recibes como hombre es que tienes unos privilegios sexuales y puedes hacer lo que quieras con las mujeres”. En la web XVideos, la página de almacenamiento de porno más popular, el más buscado ahora es la Manada, y en el top ten també hay violación.

 

La pornografía se ha normalizado y es el patrón sexual en que se reflejan las jóvenes, que según las últimas encuestas tienen su primera relación sexual a los 16,2 años. Cuando se les pregunta sobre los estereotipos que creen que transmite la pornografía, todos coinciden: “Transmite prácticas machistas y de dominación”, dice una chica. “Transmite que el hombre es mejor que la mujer”, dice un chico. “No creo que sea lo que es normal, pero suele ser violento y sin amor”, añade un adolescente. Y otro, más explícito, dice: “La debes tener grande”. La presión que estos contenidos ejercen sobre la vida sexual afecta tanto chicos como chicas. La imagen que transmite la pornografía es que el hombre, que es “el que manda”, debe estar siempre “en erección y debe tener un miembro grande”, mientras que en las mujeres perpetúa la idea de que “deben estar siempre a disposición del hombre, siempre excitadas, dispuestas a tener sexo e incluso sometidas “, sostiene Domènech. Alfageme apunta que hay chicas que consumen este porno sin ser conscientes del lugar en que las sitúa. “Y es difícil discernir entre lo que haces de manera consciente y lo que haces porque te han dicho que te tiene que gustar o tienes que estar dispuesta”. La pedagoga Silvia Valle, que imparte talleres de educación sexoafectiva, explica que el porno está normalizando y avanzando prácticas que “quizás no todo el mundo quiere hacer”, como tríos, sexo anal o prácticas extremas de sumisión, con dolor o humillantes. “El problema no es que se hagan de manera libre y consensuada, sino que lo ven sin ninguna otra explicación y terminan entendiendo que es lo más habitual. Esperan que la relación sea así y, si no lo es, genera frustración “. Una de las chicas encuestadas reconoce que a través del porno recibió una “imagen falsa” de lo que “realmente” era el sexo. “Hay mujeres que se ven coaccionadas a determinadas prácticas” para satisfaces a la pareja, dice Alfageme

 

Recurso para excitar

La pornografía no es el problema, sino el tipo de porno que se está haciendo. “El porno es un recurso que ya está bien que exista. El porno debe servir para excitar y como recurso erótico, pero debemos entender que las relaciones sexuales no son así “, dice la sexóloga Elena Crespi. Y aquí es donde está el problema. “Ellos creen que lo que ven en las películas pornográficas es la realidad sexual, porque no tienen ninguna otra información paralela y nadie les dice que hay otras maneras de tener relaciones sexuales”, añade Maite Domènech. Crespi también conduce talleres de sexualidad con jóvenes y ha observado que muchos llegan con dudas sobre qué es real y qué no sin saber que detrás de cada escena hay una preparación. Hay jóvenes que preguntan sobre sexo con animales porque lo han visto por internet, adolescentes frustrados porque su pareja no responde con los gemidos que hacen los actores en la pantalla, chicos con complejos por el tamaño de su pene o chicas que creen que han cumplir con determinados cánones estéticos porque es lo que han visto en las actrices porno, hasta el punto de plantearse la cirugía vaginal. “Este porno genera la idea de que un cuerpo deseable es aquel operado y depilado integralmente, y si las actrices porno se operan y tienen un cierto tipo de vagina esperas que tu cuerpo también sea así”, dice Silvia Valle. Este porno tampoco muestra diversidad de cuerpos, ni diversidad racial o sexual. “Y cuando lo hace es para humillar”, añade Valle, que a sus alumnos les cuenta que existe el porno ético, así como contenidos pornográficos “con perspectiva de género y feminista” .De pornografía ha habido siempre. La diferencia es que ahora es más accesible que nunca. “Como está más al alcance es más fácil que influya en cómo entendemos las relaciones sexuales”, dice Valle. Genera un imaginario sexual de la misma manera que las comedias románticas lo han construido con respecto a las relaciones afectivas. “Y si el imaginario que tienes sólo la extraes de la pornografía hegemónica, este imaginario será limitado”.

 

Más educación sexual

“Antes lo tenías que ir a buscar y ahora te lo encuentras”, dice Maite Domènech. Además, puedes entrar en webs, muchas gratuitas, donde es fácil engañar y decir que tienes más de 18 años. “Antes te pasaban una cinta de vídeo o una revista y ahora puedes encontrar lo que quieras a dos clics. El problema es el acceso a un contenido muy grande en el que no hay filtro y no todo es fiel a lo que es la sexualidad entre dos personas “, razona Valle. Falta educación, tanto sexual como afectiva. La terapeuta sexual Maite Domènech acaba de poner en marcha un canal de YouTube, Sxo Sentido, dirigido a los jóvenes para llenar este vacío. “Si miras los libros de texto ninguna asignatura lo aborda y si se hace es desde la biología”, alerta Silvia Valle. Además, cuando se hacen charlas o talleres, aparte de ser puntuales, están enfocados sólo a prácticas de riesgo y enfermedades de transmisión sexual, “pero la biología no nos enseñará que sólo sí es sí”, dice Valle. Los expertos critican que la educación sexoafectiva con perspectiva de género no se le permita ocupar el espacio que le corresponde y piden que se incluya dentro del currículo escolar. Los profesionales consultados apuestan por abordar la sexualidad desde pequeños y no esperar a la adolescencia. “A veces no son tanto los jóvenes, sino los padres o el profesorado, los que no quieren hablar”, admite Alfageme.

 

Sexo consciente

Domènech explica que cada vez más a menudo se encuentra en la consulta personas que buscan sexo “de calidad”. “Hay un gran vacío en cuanto al sexo consciente, un sexo no tan físico, que no sea tan de descarga, ya que en la escuela falta educación sexual amorosa, falta conciencia de cómo puede ser de gratificante y enriquecedor el sexo”. En este sentido, Alfageme destaca que gracias a la revisión de historias de violencia sexual que están haciendo muchas mujeres hay hombres que también se están dando cuenta de que muchas “situaciones que para ellos eran normales son abuso y violencia sexual”. E insta a los hombres a levantar la voz ante comentarios o vídeos ofensivos que a menudo se intercambian por WhatsApp. La pornografía continuará existiendo. Es un producto más. “No pedimos que se prohíba, sino que se cambie el modelo, se incorpore la mirada de las mujeres y se deje de potenciar la pornografía que nos humilla y nos degrada como objetos”, concluye Alba Alfageme.