Abrir el corazón al Tantra

Voy tranquila en el taxi para llegar a su casa, subo las escaleras con energía, me gusta ser puntual, me abre la puerta con una sonrisa serena y dos besos en el recibidor,

hoy el salón está muy iluminado por el sol. Nos sentamos, siempre me recibe descalzo.

– ¿Cómo estás Elena?

-Cuéntame, ¿qué intención quieres ponerle hoy al masaje?

-Me siento un poco nerviosa, pero sé que como hablamos por teléfono, estoy decidida a liberarme y dejar de pedir amor, me preparo en el amor para recibir.

-Para recibir, el corazón ha de estar abierto y a veces guarda dolor en su coraza energética.

Recuerda que este masaje es sanador, es un masaje de busto para abrir el chacra corazón, llega a la sensualidad que reposa en el centro del pecho, todo es energía sagrada que habita allí donde viven el gozo y la dicha de existir.

En el tantra, el corazón de la mujer es el polo positivo y allí se activa su energía sagrada, entre

los senos, por eso este masaje la despierta para enviarla al polo negativo en el yoni.

-Quiero comentarte que me lo han recomendado y la semana que viene voy a hacer una sanación energética de útero con una sanadora especializada para limpiar memorias.

-Me parece muy bonito, recuerda que tiene que sanarte siempre el mismo sexo que te hirió, en este caso es fantástico que comenzaras por mí, después continuar con una mujer y liberar esas memorias te va a ayudar mucho. Las heridas no son solo tuyas, son de tu madre, de tu abuela, de tus ancestras.

-Sólo vamos a estar presentes para que te sientas con la libertad de decir que si o que no, sabes que quiero que te sientas lo más cómoda posible, siempre te voy a pedir permiso para quitarte el pareo y para cada paso del masaje.

– ¡Anda, si se me olvidó!

-Yo te dejo uno, esta vez rojo, sonríe.

– Si quieres puedes pasar a cambiarte, déjame que busque el pareo, tómate tu tiempo.

-El mismo espejo me recibe en la pequeña habitación, me desnudo poniendo atención a mis

senos, los rodeo con mis manos y hago un nudo relajado en el pareo para salir al encuentro de

Aday, me recibe en pareo y posición de loto.

– ¡Qué bien te sienta el rojo, te favorece mucho!

-Muchas gracias, me parece un color apropiado para hoy.

Recorro con la mirada suavemente la forma de su torso desnudo, con sus manos me ayuda a

sentarme, me mira con calma, me atiende escuchando el silencio. Cierro los ojos y con su

respiración me transmite el ritmo que debemos encontrar, inhalar y exhalar por la boca, los ojos siempre cerrados, la música suena en un mantra que voy repitiendo mentalmente.

-¿Quieres, por favor Elena, acostarte bocabajo? comenzaré por la espalda.

De nuevo el olor a rosas y jazmines rodea mi cuerpo, respiro profundamente por la boca y

exhalo.

– ¿Puedo bajarte un poco el pareo para descubrir la espalda?

-Sí.

El calor de sus manos hace presente mi cuerpo con presión desde el sacro comienza a subir y bajar, suspiro, algo se suelta cada vez que me lo permito.

El calor sube y baja, redondea mis hombros se alarga por mis brazos hasta la palma de mis

manos, siento la fuerza de sus brazos que se estira en las caricias, cada músculo de mi espalda

agradece en mi pensamiento el tacto, mi mente se tranquiliza completamente, sentir es vivir, un vacío se llena de energía respiro, respiro, sólo respiro.

– ¿Puedes darte la vuelta boca arriba por favor?

¿Estás cómoda?

– Sí, ¿y tú?

-Sí, gracias

De nuevo el olor a limón y lavanda recorriendo mis escápulas, mi cuello, mis hombros, mis brazos, mis manos en cada dedo, cada falange deslizando sensaciones, vuelve a pedirme permiso para deshacer el nudo rojo, sus dos manos van resbalándose suavemente entre mis pechos hacia mi ombligo, suben, bajan, se acomodan a mi cintura, mi vientre se redondea en cada movimiento circular hasta mi plexo solar.

– ¿Te sientes bien?

– ¿Puedo comenzar el masaje de busto?

-Sí, me siento relajada, gracias por preguntármelo.

Desde el vientre sube muy despacio hasta mis senos para redondearlos en forma de corazón

hasta mi barbilla, baja por el interior y repite caricias de consuelo a las lágrimas que resbalan

por mis mejillas, la música me aleja de la tristeza, cada caricia desarma una capa transparente de dolor, vuelve desde el centro del corazón, vuelve a recoger la energía para bajarla y subirla al compás de nuestra respiración. Izquierda y derecha, cada mano encuentra en el seno una petición de alivio, siento latir el corazón, me imagino la energía verde que se expande.

De nuevo sólo estoy yo con mi corazón en este momento de luz, en círculos concéntricos se va

deshilando la energía acumulada, Aday va sintiéndome y viendo como respondo, me siente en

calma y afina cada círculo para rodear mis aureolas y abrir nuevamente una caricia de ternura hacia el exterior, subir por mis hombros y dejarse recorrer con el dedo índice mis brazos hasta las manos, siento en ese instante la necesidad de cogerlas para soltar toda la soledad que en mi corazón he permitido entrar, suben de nuevo hacia mis senos, respiro, respiro el calor desde mi cabeza a mi pubis, me descansa cada caricia que vuelve a recoger la forma y sube en un soplo, siento el calor entre mis senos, se libera un gran suspiro, sus manos con el tacto reposan en mi vientre, respiramos juntos y sonrío, sólo hay música en el alma.

Elena Soulma- @elenasoulma