Serie de artículos escritos por Maite Domènech, inspirados en casos reales de personas  que han pasado por sus cursos y terapias durante su larga trayectoria profesional.
Estos artículos tienen el objetivo de aportar consciencia y recursos  prácticos al  día a día del lector, de una manera fresca y sencilla.

SENTIDOS Y PIEL

Veo a Laura, por primera vez el 2 de febrero de 2005. A las 16h llaman a la puerta de mi consulta, al abrir me encuentro cara a cara con  una mujer de unos  35 años. Su aspecto es un poco inquietante;  facciones que podrían ser hermosas si no estuvieran tan rígidas, cuerpo delgado y proporcionado pero igual de tenso que su rostro y  una  sonrisa tirante en los  labios que me indica su estado de alerta.

Mi primera reacción al verla es un bufff interior, un buff de ternura y empatía, un bufff de cuanto sufrimiento hay en ese cuerpo…

Inicio la sesión  preguntándole que es lo que la trae a mi consulta;

Mirando al suelo y con voz teñida de angustia, me dice que no siente, me comenta que ve la vida pero no la nota, que la ve pasar pero que no le traspasa, que la piensa pero no la experimenta… y levantando la mirada me dice… estoy cansada de ser una zombie. ¡Quiero sentir!

… la escucho a ella y escucho a  su cuerpo, él dice exactamente lo mismo e incluso un poco más…. Me dice que está cansado, que se está secando por falta de cariño, que esta dolorido y exhausto de tanta rigidez, que no disfruta de la vida, que no siente placer, que necesita ayuda, que esta sediento de atención…

Hay tantas personas viviendo así…desconectadas de su cuerpo…

Personas que andan por ahí muriéndose sin, aún, haber empezado a vivir…

Hay muchísimas Lauras vagando por el mundo. Seres sensibles que han aprendido a desconectar de su cuerpo con la esperanza de no sentir dolor, seres vulnerables que se han trasladado a vivir a su mente para no sufrir… ¡Que locura! Porque es justamente ahí, donde se genera todo el sufrimiento.

Y así se van secando y  perdiendo la vida.

Lo primero que aprende Laura durante las sesiones es a respirar, a llenar sus pulmones de aire de nuevo.

Tenemos tendencia a cerrar nuestros pulmones con la esperanza de no sentir, a activar una respiración superficial con la ilusión de no sufrir. Pero de nuevo estamos equivocados. Lo único que conseguimos con esa actitud es atesorar angustia, a atraparla  en nuestro cuerpo.

Respirar correctamente  permite que la memoria de dolor se libere, aporta oxigeno extra, aporta vitalidad y energía. El cuerpo empieza a tener sustancia  de nuevo, vuelve a  estar jugoso.

Lo segundo que aprende es a estar presente, presente dentro de sí misma, aprende a dirigir la atención a sus sentidos, a saborear la información que le están dando en cada momento, todo aquello que entra por sus oídos, por su piel, su boca… todo lo que está aconteciendo en este momento en su cuerpo.

La mente, por muy inteligente que esta sea, está diseñada para pensar, es el cuerpo el que ha sido creado para sentir… es básico aprender a desconectar de la mente y bajar a vivir al cuerpo, que es donde podremos sentir placer.

La 3ª fase de aprendizaje de Laura es cultivar el arte de relajarse. En un cuerpo rígido la energía no puede circular, no tiene espacio para fluir, la piel se insensibiliza, los órganos se resienten pues la energía les llega bajo mínimos.

Un cuerpo entumecido, no puede sentir gozo. Recordemos esta premisa, donde está la energía está el placer. Podrá sentir el tacto, podrá sentir el gusto, el olfato… pero no le llegara el placer del aroma, la delicia de saborear, el estremecimiento de la caricia…

 

Con el tiempo Laura encontró la forma de aflojar su cuerpo y su mente, aprendió  a soltar el control, a confiar en la vida, a respirar con plenitud.

Ahora es una mujer preciosa, las facciones son las mismas que antes, su rostro  el mismo, pero la luz circula por su piel, sus ojos disparan vida, y su cuerpo… su cuerpo se ha vuelto voluble, atractivo, sensual…

Laura  está siendo penetrada por la vida!!

 

 

“Cuando nacemos somos tiernos, hermosos, llenitos de vida, a la hora de la muerte, somos secos y duros. Una flor nace jugosa y al morir se resquebraja. Sencillamente, lo que está repleto de vida es suave, flexible y blando”. Osho